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Cuando nada es lo que parece y vives sobre una montaña de mentiras y abusos

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Todo empezó como empiezan tantas otras relaciones. Con una interacción en las redes sociales. Con un like que pretende decir mucho más que "like".

Un día, después de colgar una foto en Instagram, una chica, a la que llamaremos Julia a partir de ahora, recibió un like de un usuario al que no conocía. Aquel chico se hacía llamar "superfly1069", pero a partir de ahora nos referiremos a él como Ben.


Ella tenía 14 y vivía en Siracusa, en el estado de Nueva York. Él decía vivir en Watertown, a poco más de 100 kilómetros de distancia. Tenía 15 años.


Primero fueron los comentarios. Luego los mensajes privados y el chat. Chico y chica sintieron que había química, y en cuestión de unas pocas semanas ya se consideraban novios, a pesar de no haberse visto nunca en persona. Su relación era enteramente virtual. Novios por internet.

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De pronto, algo empezó a ir mal.

Julia empezó a recibir demasiados mensajes sexuales por parte de Ben. Él no dejaba de mandarle fotos sin camiseta y le exigía que ella hiciera lo mismo.

Sus conversaciones, que comenzaron como las de unos típicos adolescentes, se transformaron en mensajes cada vez más explícitos y de alto contenido sexual.

Después de que Ben la presionara repetidas veces, Julia no aguantó más y le escribió para avisar de que la relación acababa en aquel punto.

Que no iba a obtener ninguna foto desnuda de ella.

Que estaba harta de sus exigencias.

Entonces comenzó el chantaje.


Sus conversaciones, que comenzaron como las de unos típicos adolescentes, se transformaron en mensajes cada vez más explícitos y de alto contenido sexual.


Ben le dijo que no podía hacerle aquello ya que si acababa la relación, le mandaría al padre de ella todas sus conversaciones explícitas y la única foto subida de tono que Julia le había pasado.

"Te dije un montón de veces cuando estábamos saliendo que no me gustan esas fotos, ¿y ahora me estás amenazando con que si no te las envío le pasarás a mi padre la que te envié antes?", escribió Julia. Y luego añadió: "Mi vida está arruinada".

Lo que Julia no sospechaba es que el chantajista no era en realidad Ben, su supuesto novio, sino su propio padre.

Sí, su padre.

La persona en la que más confiaba. La persona que la había criado durante 14 años. La persona con la que vivía bajo un mismo techo era en realidad su acosador.

Aunque eso lo sabría después.

Ben no era Ben, sino el propio padre de Julia. Un padre de 41 años que había planeado al detalle el acoso al que sometió a su hija durante meses.

Después de varios mensajes desesperados a los que Julia no contestó, Ben cambió de estrategia. Comenzó la extorsión.

"Te he dicho que si quieres que te deje ir, mándame fotos de desnudos y primeros planos y entonces te dejaré", escribió el novio de la chica.

"No", le respondió ella. "No voy a hacer eso. Esta es otra de las razones por las que me voy. Solo hablas de sexo, sexo y mas sexo. Francamente, las relaciones no son solo eso".

"Entonces le enviaré las fotos a tu padre", le contestó él.

Ella le envió varias fotos. El padre, no estando aún satisfecho, la presionó para que enviara más imágenes de su cuerpo, fotografías de ella desnuda, tomadas desde ángulos específicos sugeridos por él mismo.

En un punto ella le llegó a escribir: "Por favor, no me hagas enviarte más fotos. Te lo suplico. No me gusta. Estoy temblando ahora mismo, voy a vomitar".

"No voy a hacer eso. Esta es otra de las razones por las que me voy. Solo hablas de sexo, sexo y mas sexo. Fráncamente, las relaciones no son solo eso".


"Eres sexy y un trato es un trato", le contestó su padre.

Cuando, finalmente, la relación entre Julia y su novio acabó, su padre hizo creer a su hija que Ben se había suicidado.

Julia recibió de pronto varios mensajes en su móvil de la supuesta madre de Ben informándole de la fatídica noticia.

El padre de Julia también le enseñó varios mensajes que había recibido en su móvil de la madre de Ben. No había duda, el chico se había matado.

Y Julia vivía sobre una montaña de mentiras.

El elaborado engaño del progenitor de Julia no fue revelado hasta semanas más tarde, cuando la chica le contó a la enfermera del instituto que su padre había abusado sexualmente de ella.

El padre fue acusado de abusos. Durante la investigación, Julia le contó a la policía sobre la relación que había tenido hacía unos meses con aquel chico de internet.

De pronto todas las piezas encajaron y formaron una realidad tan escabrosa como difícil de creer.


De pronto todas las piezas encajaron y formaron una realidad tan escabrosa como difícil de creer.

El padre de Julia, cuyo nombre real no ha sido revelado, fue acusado en julio de 2015 de 12 cargos, entre ellos uno de pornografía infantil, y se enfrenta a una pena máxima de 250 años de prisión.

Julia, reconoció ante los investigadores del caso que durante la extorsión se había sentido como si estuviera siendo violada. Por su propio padre.

Ben ya no era Ben, sino que era su padre de 41 años. Un padre que había planeado al detalle el acoso al que sometió a su hija durante meses.


FUENTE: PLAYGROUNDMAG

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